El diente de león es una hierba perenne carismática que está presente en prácticamente todo el mundo. Su corona, llena de semillas, ha aprendido a sintonizarse con el entorno para perpetuar la especie. ¿Cuál es el secreto que esconden las semillas del diente de león y que hace que sobrevivan milenio tras milenio?

¿Qué son las semillas del diente de león?
Europa y Asia fueron las tierras donde apareció el diente de león por primera vez. Ya entonces a los colonizadores y viajeros les atraía esta curiosa hierba y la llevaban consigo de un continente a otro. En épocas de calor la hierba florecía y, mientras, en el interior de cada flor iban desarrollándose las semillas del diente de león.
Las primeras personas que conocieron la hierba debieron asombrarse cuando, al terminar la floración, cada flor se cerraba y se transformaba en las semillas que había estado desarrollando dentro. Si antes había una flor amarilla, pasado el verano tenían ante sus ojos una corona de semillas etéreas, sujetas por tallos crecidos.

La corona de semillas del diente de león está cubierta por cientos de pequeñas plumas que parecen salidas de un cuento de hadas. Cuando miramos la hierba tras la floración nos recuerda a una bola blanquecina y plumosa. No es para menos: a las 200 florecillas las han sustituido 200 semillas, listas para germinar.
La brisa propaga las semillas del diente de león
¿Y cómo germinan las semillas del diente de león? Si hay una razón por la que los tallos de la hierba se hacen más largos y erguidos cuando las florecillas se convierten en semillas es porque así se exponen más a la brisa del aire. Con un mínimo de viento, las semillas pueden viajar desde 2 metros hasta 150 kilómetros.
En 2003, un estudio de la Universidad de Ratisbona en Alemania comprobó que las semillas del diente de león se desprenden de la hierba a unos 30 centímetros por segundo. En solo un segundo, la brisa sacude la corona del diente de león y las semillas salen propulsadas hasta llegar a la tierra donde germinará.

Lo curioso de esto es que cada semilla de diente de león elige el tipo de brisa que quiere para desprenderse, al igual que la anatomía de la flor de orquídea le permite elegir qué polinizadores atraer.
Por ejemplo, hay semillas que solo eligen el viento del norte y están destinadas a germinar en algún lugar del norte. Otras semillas, en cambio, prefieren el viento del este y solo germinan en tierras del este.
Si unas semillas del diente de león se sueltan fácilmente cuando la suave brisa viene de lado, otras semillas se niegan a soltarse incluso cuando el viento sopla fuerte. Esto quiere decir que las semillas del diente de león son bastante testarudas y no se moverán hasta que la brisa vuelva a cambiar.
Una voluntad vegetal que parece casi humana nos recuerda a la brillante noticia de que las plantas podrían sentir dolor. Pero ¿por qué las semillas prefieren ciertos tipos de brisa y otros no? ¿Cómo es posible?
Cada semilla tiene un viaje de vida destinado
Los científicos que investigaban la propagación de las semillas del diente de león pensaron que la física daría un sentido a por qué unas semillas eligen un tipo de brisa u otra. Jena Shields, biofísica de la Universidad de Cornell, dice que la posición donde está cada semilla determina qué brisa se la llevará consigo.

La idea es que la naturaleza intenta que las semillas no se propaguen en un mismo lugar. Esta estrategia pone en riesgo la supervivencia del diente de león, como le ocurrió a la linterna de hadas de Japón, lo que explica por qué ciertas semillas son más susceptibles de dejarse arrastrar por una brisa del oeste o del este.
«Pero un viento extremadamente fuerte», explica Jena Shields, «sí que puede arrancar todas las semillas y llevárselas hacia una misma dirección. Por tanto, la naturaleza también se equivoca a veces«.
El vilano de las semillas actúa como un paracaídas
La investigación de científicos como Jena Shields reveló que las semillas del diente de león recurren a los hilos plumosos que las componen, llamados vilano, para planear el vuelo y ralentizar los descensos mientras la brisa las empuja hacia una dirección. El vilano de las semillas, por tanto, actúa como un paracaídas.
Lo mágico de la trayectoria de las semillas del diente de león es que su propagación no solo parte de la brisa y del vilano. Las observaciones indican que, cuando las semillas están flotando en el aire, se forma un torbellino separado del vilano que tiene una potencia estable y que funciona como una especie de propulsor.

Este comportamiento de fluidos ha sorprendido a todos los científicos porque no se ha visto algo igual antes. El ingenioso movimiento de una semilla de diente de león en el aire es la prueba de que existen algunas formas de conducción completamente nuevas que podrían introducirse en el sector del transporte.
El empuje que proporcionan la brisa, el torbellino de aire y el vilano son responsables de que las semillas del diente de león puedan viajar muchos kilómetros hasta germinar en la tierra lejana que será su hogar.
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